De vuelta a la Academia: de frente, de perfil y de tres cuartos
El curso pasado tuvimos la oportunidad de mostrar copias de láminas y yesos, abordando un tipo de enseñanza tradicional, de origen renacentista, compatible con otros usos didácticos que hunden sus raíces en el arte de vanguardia o compiten con la llamada inteligencia artificial. En cursos anteriores dibujamos bodegones compuestos por volúmenes sencillos pintados de blanco, influencia de mi querido compañero Jesús Rabadán. También, nuestros alumnos se prestaron a posar para sus compañeros, individualmente o por parejas, adoptando ademanes y posturas variadas, con el propósito de calcular proporciones, estableciendo relaciones entre el todo y las partes, de representar la inclinación de hombros, caderas y extremidades, de trazar verticales en el aire, de fijar la mirada en el fondo recortado, de reducir la anatomía a formas básicas, de resolver algún escorzo… En esta ocasión nos hemos atrevido con autorretratos, cuya ejecución supone mostrar los rasgos característicos e individuales del rostro con una exactitud milimétrica, así como los reflejos más difíciles del alma. Se suceden efigies que reclaman la atención del espectador de manera directa (debidas a algunas poses frontales), que le siguen con la mirada (recurso muy frecuente en los retratos de tres cuartos) o permanecen ajenos a su presencia (nos referimos a los retratos de perfil, tan poco comunes ahora y tan abundantes en la Italia del Qattrocento). Predominan los semblantes alegres (ocasionalmente, aflora la sonrisa interior) e ilusionados propios de esta hermosa etapa vital, así como las expresiones de confianza, simpatía, sorprendente seguridad y tierna querencia.
La experiencia ha sido muy grata, vencida la timidez inicial y dificultades técnicas del manejo del difumino o del lápiz carbón (buena parte de nuestro alumnado ha resucitado artísticamente con este proyecto), y supone un bonito recuerdo de la asignatura de Expresión Artística que manifiesta mi gratitud por tanta atención, implicación y también afecto.
Retratos de silueta: búsqueda del intruso o retrato de otra época
Con esta exposición reivindicamos este arte que tuvo una amplia acogida durante los siglos XVIII y XIX, especialmente en Francia y Gran Bretaña, pues la obtención de perfiles en silueta, que requerían de una aguda percepción de la fisonomía y destreza manual en el uso de las tijeras, constituía la forma más asequible de registrar el aspecto de una persona, antes de la invención y difusión de la fotografía.
Sobre esta modalidad de retrato, resulta muy hermosa la leyenda que atribuye su invención a una joven corintia, al proyectar y dibujar en la pared el rostro de su amado valiéndose de una lámpara, según recoge Plinio el Viejo en su Historia Natural al referirse a Butades de Sición, ceramista y padre de la enamorada, quien rellenó de arcilla el dibujo y procedió a su cocción dando origen además a la escultura.
Aparte de este relato, no olvidemos el influjo que ejerció en Europa el teatro de sombras importado de oriente, que alcanzaría su cenit en las representaciones ofrecidas por el cabaret parisino Le Chat Noir, inspirador además de selectas producciones del séptimo arte. Nos referimos a los trabajos de la pionera y animadora alemana Lotte Reiniger y, más recientemente, del francés Michel Ocelot que recomendamos encarecidamente como complemento a esta exposición.