El curso pasado tuvimos la oportunidad de mostrar copias de láminas y yesos, abordando un tipo de enseñanza tradicional, de origen renacentista, compatible con otros usos didácticos que hunden sus raíces en el arte de vanguardia o compiten con la llamada inteligencia artificial. En cursos anteriores dibujamos bodegones compuestos por volúmenes sencillos pintados de blanco, influencia de mi querido compañero Jesús Rabadán. También, nuestros alumnos se prestaron a posar para sus compañeros, individualmente o por parejas, adoptando ademanes y posturas variadas, con el propósito de calcular proporciones, estableciendo relaciones entre el todo y las partes, de representar la inclinación de hombros, caderas y extremidades, de trazar verticales en el aire, de fijar la mirada en el fondo recortado, de reducir la anatomía a formas básicas, de resolver algún escorzo… En esta ocasión nos hemos atrevido con autorretratos, cuya ejecución supone mostrar los rasgos característicos e individuales del rostro con una exactitud milimétrica, así como los reflejos más difíciles del alma. Se suceden efigies que reclaman la atención del espectador de manera directa (debidas a algunas poses frontales), que le siguen con la mirada (recurso muy frecuente en los retratos de tres cuartos) o permanecen ajenos a su presencia (nos referimos a los retratos de perfil, tan poco comunes ahora y tan abundantes en la Italia del Qattrocento). Predominan los semblantes alegres (ocasionalmente, aflora la sonrisa interior) e ilusionados propios de esta hermosa etapa vital, así como las expresiones de confianza, simpatía, sorprendente seguridad y tierna querencia.
Queremos felicitar a nuestro alumnado de Expresión Artística por su implicación (no ha faltado nadie a la cita con el escultor), puntualidad y paso ligero que nos ha permitido llegar a la hora indicada (disponíamos de un tiempo muy ajustado). Hemos disfrutado de un maravilloso día de abril y nos han saludado las campanas de San Felipe al atravesar la calle Candalija y ver las primeras obras de Gargallo que actúan como reclamo y conducen al precioso palacio-museo.
La guía nos ha relatado una historia de vocación temprana, aptitud para el dibujo, descubrimiento de la escultura, permeabilidad a las corrientes artísticas más novedosas e invención de un lenguaje de delicadas formas y sello propio. También de tertulias, talleres compartidos y amistad. Nos ha desvelado el afecto y admiración de Pierrette hacia su padre, al que perdió prematuramente y cuyo hermoso vínculo ha posibilitado la creación del Museo Pablo Gargallo, situando a Zaragoza en un lugar privilegiado del mapa artístico internacional. Las obras expuestas han dibujado gratas expresiones y los comentarios han merecido una atenta y distendida acogida. La actividad se ha completado con la confección de una pequeña máscara en un metal maleable, imitando la divertida y singular producción que exhibe el museo.
Como colofón perfecto, nuestros alumnos han podido visitar todavía la exposición “Luisa Granero. La fuerza de una mujer”, autora de la Fuente de las Aguadoras (1980) y ejemplo de tenacidad y superación en una época de desigualdad y graves dificultades para la mujer. Una vez en la plaza San Felipe, tras imaginar la altura e inclinación de la Torre Nueva y contemplar su reproducción mural, hemos puesto rumbo al instituto para llegar sin demora al ensayo del coro. En definitiva, una mañana grata, soleada y sin cierzo.
La exposición supone una mirada nostálgica, aunque todavía útil, a un sistema de enseñanza vigente hasta el final del siglo XIX, que dejará, todavía, numerosas islas en el XX. Su formulación teórica se debe a Leonardo da Vinci, preocupado por desvincular la enseñanza del taller artesanal y equiparar el Arte y la Ciencia, señalando que la primera asignatura que debe enseñarse al estudiante es la perspectiva, seguida de la teoría y práctica de la proporción a partir de dibujos de su maestro, de relieves y de la naturaleza que le conducirá a la práctica de su propio arte. La propia palabra academia, a veces tan denostada, significa originalmente lugar de debate (finca al noroeste de Atenas frecuentada por Platón y sus discípulos), lo que no es cualquier cosa.
Naturalmente, nuestras pretensiones son más modestas, pues la enseñanza académica requiere de un tiempo y unos medios inalcanzables y, por otra parte, también nos atraen otras pedagogías, todo adaptado a un grupo heterogéneo de cuarto de Secundaria. Como material didáctico hemos rescatado algunas láminas de la Academia de Alejandro Cañada, algunas de mano de este notable pintor y muralista aragonés, maestro de varias generaciones de artistas.
La exposición se completa con varias reproducciones (más bien interpretaciones) de bodegones de Giorgio Morandi, una rara avis en el arte del siglo XX, ejecutadas con ceras blandas de uso escolar, una influencia técnica de nuestro antiguo compañero y pintor Jesús Rabadán, quien se jubiló en el instituto y dirigió durante su juventud un importante estudio de pintura en el Tubo de Zaragoza (otra academia entrañable).
Nuestros alumnos de 4º del curso pasado se acercaron con entusiasmo al expresionismo alemán, copiando o interpretando algunas obras significativas de este movimiento de vanguardia, haciendo suyos sus postulados de libertad en la representación de las figuras y en el uso del color. Resulta sorprendente la vigencia y modernidad de su lenguaje (el grupo Die Brücke se fundó en 1905) que contrasta con los modelos artísticos al que tienen acceso los adolescentes y promociona el mercado de la imagen. Sirva esta muestra, que se puede contemplar en la galería de imágenes, de grata despedida por los buenos momentos que nos han aportado.
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