Un trabajo habitual en la asigntura de Dibujo es la obtención de texturas, imitando las estructuras y calidades superficiales de elementos naturales y manufacturas. Enlaza nuestro modesto trabajo con las preocupaciones de artistas flamencos al retratar a personajes, generalmente burgueses, vestidos con sus mejores galas y posando en ricos interiores, donde podemos reconocer la madera, el vidrio, el metal y hasta el mejor tejido producido en Flandes durante el siglo XV. Siempre nos asombra El matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck, obra emblemática de la Historia del Arte y ejemplo perfecto para este tema.

El interés por la textura, desvinculado de la representación minuciosa y de la concepción del arte como ventana abierta a la realidad, tiene también cabida en numerosas obras contemporáneas, empleando arpilleras como soporte, aplicando el óleo o el acrílico en ordenados relieves e incorporando nuevos materiales como arena o papel (basta contemplar la producción de Van Gogh o los bodegones cubistas de Picasso o Braque).

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Si nos ceñimos a una experiencia meramente visual podemos pegar detalladas reproducciones fotográficas de distintos materiales (como ya hicimos en la exposición sobre Los tres músicos de Picasso), sugerir texturas con reiteradas composiciones de puntos, líneas o manchas, empleando lápices y pinceles, o mediante estampación y frotamiento, aplicando el papel a una superficie con relieve y pasando el lápiz con mayor o menor presión, según convenga.

Este último procedimiento es el elegido para interpretar una hermosa obra del pintor cubista francés Fernand Léger, Les grands plongeurs noirs (Los grandes buceadores negros), pintada al óleo en 1944 y perteneciente al Centro Pompidou de París.

La composición de cuerpos enlazados, en el que resulta difícil asignar brazos y piernas a cada individuo, surge durante su exilio neoyorquino, cuando va a una piscina y queda impresionado por el elevado número de personas que se zambullían a la vez y por el efecto cromático de la piel bronceada y variedad de bañadores.

Constituye un novedoso acercamiento al tradicional tema del desnudo al mostrar el modo de vida del siglo XX (la masificación del ocio) y abordar el movimiento de los cuerpos bajo el agua, obteniendo un conjunto compacto y ligero que parece estar suspendido en el aire.
Respecto al trabajo de nuestros alumnos, antes de seleccionar texturas han coloreado las superficies, buscando relaciones y contrastes tonales, empleando colores próximos en el círculo cromático, complementarios, gamas frías y cálidas… Una vez elegidas las superficies en relieve han aplicado el lápiz sobre los planos de color de una manera uniforme o mediante degradados, proporcionando una agradable y vistosa volumetría a las formas, en sintonía con los turgentes modelados de Léger.

Hemos de añadir que este trabajo nos acerca a uno de los artistas más relevantes del siglo XX por su manera particular de acercarse al cubismo, cuya impronta y eco advertimos en pintores posteriores, algunos tan cercanos como el zaragozano Jorge Gay, del que la Universidad de Zaragoza (salas Goya y Saura del Paraninfo) ofrece una magnífica muestra de sus últimos quince años de trabajo. El título de la exposición “Jorge Gay. Los fugaces párpados” alude, en palabras del pintor, al momento veloz en el que se revela el mundo, que bien podemos relacionar con la experiencia de Léger al contemplar los serpenteantes movimientos de los nadadores bajo el agua.