Hace poco celebramos nuestra habitual reunión del club de lectura de la biblioteca del Grande Covián, en la que tuvimos la suerte de contar con Fernando Giménez Ocaña, autor de, entre otros, El tesoro de Espoz y Mina.  Hombre hecho a sí mismo y curtido en mil batallas, el cual con una voz relajada y cercana consigue arrastrarte  a la Zaragoza de los años 70, en la que se debatían los vendedores del Rastro entre chatarra, quincalla y recónditos tesoros.

La velada resultó muy agradable, a través de las preguntas de los numerosos asistentes, Fernando nos fue desvelando los entresijos del libro, en el que lo que tiene apariencia de ficción es realidad y la realidad parece ficción, según palabras del propio autor. Nos confesó que no suele volver a leer los libros ya publicados, y que tiene una especial predilección por aquellos más personales.

“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” decía Arquímedes, pues así es Fernando. Tras la pregunta de una asistente sobre

 Natalio, el autor nos dio detallada cuenta sobre este personaje, y el grupo se quedó con ganas de más, pero el tiempo todo lo puede, (que nos lo digan a las de lengua) y nos tuvimos que ir a terminar la sesión en el Cabuchico.

Junto a su mujer y gracias al tesoro de juguetes de esa herencia denostada, fundó la editorial Onagro, la cual ha publicado a Lorenzo Mediano, Michel Suñén y Manuel Castelló, entre otros. Ávido lector, siempre tiene la esperanza de descubrir un nuevo talento, por ello, año tras año, monta su puesto para San Jorge en el Paseo Independencia, deseoso de hablar personalmente con la gente y almacenar anécdotas que revelen la esencia de la ciudad. Calificado como costumbrista, deja claro su preferencia por la naturaleza humana que él transforma en materia literaria, quizás más propia de otras épocas y por ello, más original en esta.

Aprovecho la ocasión para agradecer a todos los asistentes sus interesantes aportaciones, que enriquecen la sesión y la hacen más didáctica.

Sin nada más que añadir, nos vemos en la próxima.